La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
Seleccionar página

El problema de la música es que a veces te quieres engañar a ti mismo y no, no funciona. No te dejan. Aparece uno de tus artistas favoritos y te canta las cuarenta en tus propios oídos con una bonita melodía. Y lo peor: solo describe la situación no la juzga, exactamente como tú decías que deberían siempre ser las cosas. Pero que ahora, vaya, no permite un contrataque de esos de “esto es todo demagogia, seguro que este está forrado”.

Ok Computer, el cuarto álbum de Radiohead editado en 1997 iba un poco de eso. O más bien un mucho: una radiografía precisa y con mucha tendencia a lo precioso de un momento en el que no quedaba más remedio que abrir los ojos y aceptar que todo es, efectivamente, así. “Me perdí a mi mismo”, “Un airbag salvó mi vida” o “Aplastado como un bicho en el suelo” son algunas de las líneas de un disco su que habla de desazón, de máquinas y de un servilismo con tímidos arranques de rebeldía que no van a ningún lado.

De todos sus temas hay uno especialmente emotivo. No Surprises, el último aliento antes de entrar en esa vida, sí en la que juraste mil veces que nunca ibas a entrar. Una canción bellísima y traicionera con su envoltorio de nana que, finalmente, suena como un pedazo de hielo penetrando lentamente en el alma.

«Un corazón lleno como un vaciadero de basura,
un trabajo que mata lentamente,
contusiones que no se curan.
Te ves tan cansado e infeliz,
derroquemos al gobierno,
ellos no, no hablan por nosotros.
Elijo una vida tranquila,
un apretón de manos de monóxido de carbono.

Sin alarmas y sin sorpresas,
Sin alarmas y sin sorpresas,
Sin alarmas y sin sorpresas,
Silencioso silencio.

Este es mi último exabrupto,
mi último dolor de estómago.

Sin alarmas y sin sorpresas,
Sin alarmas y sin sorpresas,
Sin alarmas y sin sorpresas, por favor.

Qué casa tan bonita,
y qué bonito jardín.

Sin alarmas y sin sorpresas,
Sin alarmas y sin sorpresas,
Sin alarmas y sin sorpresas, por favor»