La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Cuando Carla Bruni se quita el disfraz de Jacqueline Kennedy y acaricia su guitarra, suele bañarse en la languidez pop con óptimos resultados. Su frágil belleza (esa que tan bien explota en las portadas e imaginería promocional) no es sino el reflejo de una música parsimoniosa y seductora, que no necesita estridencia alguna para destacar. Lo logró completamente en su primer álbum, a ratos en el segundo y, ahora, lo vuelve e intentar ahora en una nueva obra en la que, a buen seguro, importerá todo menos la música.

Ya le ocurrió con su debut. Surgió como una modelo con ínfulas de artista y la crítica observó su intrusismo con desdén. Sin embargo, las virtudes de Quelqu’un M’a Dit, una deliciosa invocación de la tradición de la chanson francesa, ganaron la partida a base de encanto. Y también el respeto. Pero una nueva criba la espera con este Comme si de rien n´etait, que incluso ha generado algún conflicto internacional gracias a versos como “Eres mi droga, más letal que la heroína afgana y más peligroso que la coca colombiana” que no han sentado nada bien en los países referidos.

Al margen de ello, Comme si de Rien n´etait, traslada al oyente a un balsámico paraje de pop, constantemente sombreado por la chanson. Con invocaciones al folk, el bluegrass y al jazz las canciones buenas son muchas. Por ejemplo, La possibilité d’une île (escrita por Michel Houellebecq) envuelve con su tono nocturno, la preciosa Salut Marin, apuesta con tino al cruce entre Marianne Faithfull y Fracoise Hardy y la versión del You Belong To Me populariza por Bob Dylan se salda con éxito. Pero más allá de un puñado de momentos afortunados aislados, lo realmente engatusador del disco, es esa sensación de pulsar el play y dejarse llevar por el, como quien se envuelve en un manta, se tira en el sofá y desconecta de todo por unos minutos. Incluso de la tentación de jugar a enlazar esos versos de amor y deseo con el rostro de Nicholas Sarkozy.

¡Ays!… la (lógica) envidia.