La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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camela.jpg Como los Ramones, vaya: Camela son un grupo con fórmula, predestinados a sonar siempre igual. Lo hacían en 1993 cuando se autofinanciaron la grabación de su primera cassette (¿existe algo más indie y de espaldas a la industria que eso?) y lo hacen ahora que los discos de oro se agolpan en el hogar de Ángeles, Dioni y Miguel Ángel. Laberinto de amor, su nuevo trabajo, supone una nueva ración de ese sonido con un pie en Mecano, otro en Los Chunguitos y el ritmo bakala dibujando el paisaje de fondo. Un tejido que sumergen a conciencia en un barreño de amor y desamor, con el sentimentalismo echado a correr sin freno y al margen cualquier tipo de floritura lingüística.

Ya lo decía Carlos Berlanga, fan declarado del trío. Si en una canción Camela tienen que decir quedamos a las ocho y media, pues se dice eso y punto. Solo hay que echar un vistazo a letras como “Ha sido un golpe bajo y me ha dolido tanto que estoy sin autoestima”, “Has destrozado mi corazón, ya no te creo, se terminó” o “Basta ya de tonterías, ¿estás conmigo si o no?”. Quizá por eso, por su mezcla entre llaneza y personalidad calen tanto en tantos, suenen tan auténticos y se hayan gando a pulso la galardón de El pop del pueblo.

El single Yo por ti probablemente carezca del punch melódico de Cuando zarpa el amor (habrá que ver ahora cómo sale su video-clip), pero seguramente que eso de “Por ti sería capaz de destrozar mi voz gritando a todo el mundo que eres mi vida” insertado entre acelerados ribetes de guitarra flamenca y telones de teclados subidos de tono, sonará y sonará este verano en todos las sedes del mundo: desde la pista de coches de choque a las galas de verano, pasando por las discotecas de extrarradio. Es el principio de un nuevo peldaño de una de las trayectorias más singulares del pop español.