La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Despotricar sobre la Sociedad General de Autores y Editores española (SGAE) se ha convertido en una especie dogma a seguir ciegamente. Algo así como “Mili kk”, “Nunca Máis” o «Nucleares No”, se trata un extraño caso de consenso cuasi universal que da a los melómanos una causa por la que luchar. Ello ha llevado a que en el mismo barco anti-SGAE confluyan chavales anti-sistema y la derecha más conservadora. Ambos, por cierto, bastante enrarecidos al verse juntos en algo por primera vez en muchos años.

Con esta situación tan en contra, ¿por qué sigue existiendo y por qué sigue teniendo tanto poder? Para ello cabe hacerse otra pregunta, dirigida a los supuestos benefactores de su existencia: ¿Cómo reacciona un grupo de música ante la SGAE?

Tras varios años conviviendo con músicos y viendo la evolución de algunos, he llegado a establecer tres fases. Hay excepciones, claro está, pero si se fijan verán que la gradación es bastante común:

a) si el grupo es maquetero o graba discos en compañías muy, muy pequeñas lo tiene claro: la SGAE es el enemigo, mantienen un monopolio injusto y medidas como el canon digital son una tomadura de pelo que ningún gobierno puede tolerar.

b) si el grupo es intermedio (es decir, el que ya gana algo de dinero, hace giras medianas y toca en festivales, aunque no se viva de la música): generalmente opta por el silencio, el “bueno, pero…” y, ya si hay confianza, incluso te cuenta que el pasado trimestre, pues, le ingresaron 1.500 euros de derechos de autor por unos festivales y por haber ido a la tele.

c) si el grupo ya vive de la música (e -importante- tiene la fuerza moral como para considerar su trabajo equivalente al de una persona que cumple 8 horas el día como, por ejemplo, un camarero o un albañil): la SGAE, pese a algunos defectos, está bien, porque vela por la cultura, que si no “se muere”. Esos ya nunca cuentan lo que recaudan, por mucha confianza que exista y no se quedan solo en lo estrictamente monetario: también quieren que la SGAE abra camino a su música fuera de España.