La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Porta es un rapero de Barcelona que, tras unas maquetas y hacerse famoso a través de su Myspace, acaba de editar un disco. En boca de tantos, que así se titula, está causando cierto revuelo en las listas de ventas, pero también despertando las iras de algunos de los seguidores del hip-hop. Ayer jueves lo presentó en el forum de la Fnac de A Coruña y las previsiones se desbordaron totalmente: sobre unas 200 ó 300 personas se dieron cita en el acto, en un panorama lo suficientemente particular, como para terminar abriendo una página de local en La Voz.

¿Cuál era ese panorama? Pues algo así como una guerra de hormonas adolescentes: los defensores de Porta y los detractores. Estos últimos, airados por la supuesta condición de rapero falsario de éste (lo acusaban de vendido, pastelero y comercial), lo empezaron a increpar a gritos en su show-case. Luego, lanzaron objetos: un huevo, un llavero, monedas de céntimo… Los seguidores de Porta (niñas de no más de 16 años en un 90%) los replicaron: “!Envidiosos!, ¡envidiosos!”. Porta se encaró con los boicoteadores, hubo unos amagos de avalancha y se tuvo que suspender todo.

Una niña explica: “Vienen solo a fastidiar porque le tienen envidia, son todos unos fracasados”. Y, de pronto, se echa a llorar. En una mano tiene una cámara de fotos. En la otra el disco de Porta. Tras el concierto los iba a firmar, pero visto lo visto, no se sabe si habrá firmas. Más opiniones. ¿Pero qué pasa con Porta? “Mira, lo importante que es nos trae a las fans y a los que no lo son, todos lo conocen, porque es importante y ellos [se refiere a los detractores] no lo pueden soportar”, comenta una quinceañera simpatiquísima con rentintín. Su amiga dice que «Porta es tan importante como El Canto del Loco». Ambas llevan uniforme de colegio, pendientes de perla y poseen una dicción casi musical, muy, muy pija. Estampa geuinamente coruñesa, pero adaptada a los tiempos: se ha pasado del pop-rock de los Hombres G a Porta y el rap.

En medio de todo este revuelvo, la encargada de promoción de Universal (el sello de Porta) da órdenes a la gente de la Fnac: “Si no se vacía totalmente el foro, no salen”. Y lo vacían. Tienen que ayudar los vendedores, que por un día se tienen que pasar por guardias de seguridad. Se hace una valla. «Solo firmará ejemplares del último disco y de uno en uno», se avisa por megafonía constantemente. Porta y los tres chicos de su banda (jóvencísimos y alucinados por lo ocurrido) salen. Y se monta: gritos, lloros, temblores. Cánticos de «!Porta!, !Porta!, !Porta!» como si se tratara de la grada de general en un partido del Dépor. Aparte de las más explosivas y descaradas (una con el nombre de Porta pintado en los pechos, otra llevaba en los brazos la leyenda “Porta TKM Sandra”), hay una chica que pasa desaprecibida. Llamémosle Marta y pongamos su historia entre paréntesis.

(Marta no es guapa, tampoco fea. Lleva piercing, tiene acné y una tez blanca coloreada por el sofoco. No habla con nadie, hace la cola sola y, cada cierto tiempo, llora, nerviosa. Cuando llega su turno, Porta le pregunta el nombre y ella se paraliza: manos a la cara y chorreo de lágrimas. Se ve como avergonzada. Seguramente, al llegar a casa, escribió una nota en ese blog secreto que no enseña a nadie. A Marta, el Jarvis Cocker de la próxima década le tiene que componer una canción).

Pero la cosa no iba a estar tan tranquila. Las fans empujan. Viene la Policía Nacional y pone orden de nuevo. El potente y decidido tono de voz del agente, impone a la chavalada. Sin embargo, al rato, tiran un bolígrafo desde lo lejos y Porta se levanta de inmediato abuscar el lanzador: “¿Quién fue, que venga aquí». Los de seguridad y los vendedores lo calman. Él forcejea, pero a los pocos segundos decide volver. Da la sensación de que está haciendo teatrillo. “!Tú vales más, tú vales más!” gritan las seguidoras, dejándose la voz. Y el rapero vuelve a la mesa a cumplir con su trabajo. Firma, dedicatoria y foto. Pero cae volando una botella de agua. Y otra vez salta Porta como un resorte. “¿Pero quién fue?, tiráis la piedra y escondeis la mano, !corbades!”. Una compañera de prensa detiene el mc en esta ocasión. Dice que no iba con mucha fuerza. “!Será teatreiro!”. Risas. “Vega, vamos a sacarles unas declaraciones y nos piramos”. Malas miradas de los que llevan lidiando con el show toda la tarde: “¿Pero no veis como está esto?”. Es un minuto. “No tengo ni idea, es la primera vez que me paso algo así”, dice Porta mientras le firma un cedé a una de sus seguidoras. “No me llevo mala impresión de la ciudad –aclara- porque la mayoría de la gente es muy guay, solo que hay cuatro se meten por medio para montarla. No soportan mi éxito, ni mi fama”.

La responsable del sello dice que se agotaron todos los cedés. “A las siete, antes de empezar todo ya no quedaban uno. Si se hubieran traído más se vendería el triple”. La de comunicación de la Fnac señala, por su parte, que “se vendieron muchísimos”. Misión cumplida.

¿Sinceramente? !Quién tuviera 15 años!