La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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En 1994 Los Planetas editaron un disco mítico donde los haya, Super 8, para algunos el mejor álbum de la historia del pop español. A excepción de los medios musicales especializados, el trabajo pasó prácticamente desapercibido. Sobra decir que a otros títulos más o menos coetáneos considerados hoy clásicos, como Hermanos Carnales de Surfin´Bichos, Entresemana de Le Mans, Manta Ray de Manta Ray o Un soplo en el corazón de Family, no se les hizo ni el menor caso.

Si se revisan las hemerotecas, el supuesto pop español de calidad de mediados de los noventa lo protagonizaban nombres como Manolo Tena, Presuntos Implicados, Cómplices o Los Piratas. ¿Alguien los tiene en cuenta hoy?

En 2008, recuperados ya de la escabechina de Operación Triunfo (ya saben, al parecer llegaron los triunfitos y esto se convirtió un infierno, ¡cómo si la situación anterior fuera mejor!), la plaza de pop “de calidad” la han ocupado M-Clan, Amaral, La Quinta Estación o Pereza. Ellos son los buenos, los que suenan a Dylan y a los Stones, los que usan guitarras, los que hacen música de verdad. Bisbal el malo, el pachanguero, el de la música de mentira.

En medio de esta dialéctica simplista e interesada, una vez más se queda fuera del foco mediático algunos de los artistas más emocionantes y arriesgados del momento. Gente como Nacho Vegas, Lisabö, Triángulo de Amor Bizarro o Manos de Topo siguen dando con su cabeza en el mismo tapón.

La historia, como pueden ver, se repite.