La Voz de Galicia
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Cloaca: construcción subterránea destinada a la evacuación de las   aguas residuales de una población. He consultado a Google buscando ¿quién limpia las cloacas? y me informa de que una cosa es el mantenimiento de las cloacas de un edificio y otra el de la de red pública. Las privadas no tienen protocolo fijo de mantenimiento, de modo que sólo se revisan si hay algún síntoma que señale un problema, las públicas sin embargo, tienen  obligación de revisiones periódicas.

Los signos que alertan a los operarios de que hay una avería en el sistema son los siguientes: sonidos burbujeantes que provienen   de la tubería, agua que no desciende por los canales de desagüe a una velocidad normal, malos olores provenientes de los drenajes y el retorno de aguas residuales.

El interés no me viene por afición al bricolage,  sino de tanto oír hablar estos días de las «cloacas» como metáfora para explicar la realidad presente.

La metáfora es una figura retórica del pensamiento por medio de la cual una realidad se expresa a través de otro concepto diferente con el que lo representado guarda semejanza.

Si la comparación es atinada habría que revisar las cloacas pronto porque se oye un burbujeo sospechoso en las alcantarillas de la policía, del CNI, de los juzgados, de la casa real, de la Iglesia, de la Universidad y de toda institución, noble o lacayo que disponga de una de ellas por dónde poder evacuar los desechos del vivir.

Si atendemos las indicaciones dadas por los expertos los residuos de la sociedad no se están evacuando a una velocidad normal, algunos se atascan en los juzgados y otros pasan como un tiro por las sumideros de la Red.

Pero lo  que más alerta de la avería es el retorno de aguas residuales de tiempos inmemoriales que son las que peor huelen, desde Felipe V hasta Franco.

Hay una etapa de nuestro desarrollo  en la que nos divierte jugar con los excrementos, incluso  hay quienes se quedan fijados en ella y acaban en la coprofilia o  la perversión sexual .

En esto la metáfora también tiene destellos de certeza porque es verdad que hay gente que gusta  de los olores fuertes y la emoción que desata  el riesgo a que les explote en la cara el metano que desprende tanto excrementos.

La duda está en que con  las cloacas del Estado no acierto a identificar quienes son los encargados de limpiarlas o lo que es lo mismo, estamos condenados a sufrir sin fecha los rigores de los atascos, olores y retornos residuales.

A lo mejor valdría más la pena volver al «!agua va!» de antaño que por lo menos avisaba y permitía una defensa.