La Voz de Galicia
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LOS ANALOGICOS

Sólo los ancianos guardaban recuerdo y memoria de lo que pasó. La historia del pueblo de los Analógicos era la historia de una permanente adaptación a los rápidos e implacables cambios del medio ambiente.

En un pasado muy lejano tuvo que sobrevivir a un medio físicamente hostil, el frío, el hambre, las enfermedades y un sin fin de depredadores no consiguieron extinguirlos. Se adaptaron.

Contaban con una inteligencia natural destilada de los primates superiores  con la que logró desarrollar un arma letal: el lenguaje. Con él conquistó la supremacía absoluta sobre el mundo en el que vivía, pero creó otro mundo paralelo mucho más inhóspito y peligroso, descubrió las pasiones, los relatos, los odios, las lisonjas, envidias y avaricias…Desde entonces los analógicos no han dejado de luchar contra sí mismos  importándoles un pimiento el mundo sobre el que viven: los océanos, los animales, el aire.. todo era un botín.

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FILOSOFIA ABORIGEN

Me hablaron de un paisano de la parroquia que guarda en su retranca toda la sabiduría de Buda, Zoroastro y Sócrates juntos.

Valgan como ejemplos dos escenas: sacho en mano, prado al fondo y pista por la que resopla a trote cochinero un manatí enfundando un chándal impoluto del Decathlon;  rojo, fatigado, sudoso y reojeando un peluco de la NASA que le anima y le dice todos sus parámetros vitales. Mirada parabólica del paisano y sentencia: «alí vai outro, escapando da morte». Sin comentarios.

A vostede lle gusta moito viaxar non?  Sí ¿y a vostede? A mín non, eu xa estiven na Australia, na Suisa, na Inglaterra…non, no me gusta. Y porqué?.

Mirada siberiana, gesto etrusco e índice derecho prolongando el brazo como la punta de una lanza alumbradora, señalando: «todo lo que hay ver no mundo, pasa por aquela corredoira». Y no se le movió una boina.

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Héroes Urbanos

Una tarde de verano con el sol ruborizándose entre los edificios que alinean la calle comercial de una ciudad, da igual cual sea : un bulevar de Madrid, Paris o Pekin, da igual, porque el paisaje comercial que las viste es idéntico: las mismas firmas, las mismas hamburguesas, los mismo helados, cervezas, cafés y Zaras, todo es el mismo cuadro con el mismo horizonte. Únicamente algún destello de productos gastronómicos autóctonos señalan un lugar desconocido.

Esos espacios homologados de convivencia suelen perder la monotonía de su uniformidad cuando algún maletilla de alma brava se echa al ruedo para buscarse la vida o, como dice Quevedo: «con un andar solitario entre la gente, en un amar solamente ser amado».

Allá se lanzan multitudes de espontáneos vestidos de estatuas vivientes que resucitan echándoles una moneda con el enorme mérito de quien tiene que currase cada día la transformación y vivir un montón … Seguir leyendo