La Voz de Galicia
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Mucha gente me  ha preguntado cuál sería el diagnostico psiquiátrico de «El Procés»,  lo que daría para una tesis doctoral o una  teleserie tan exitosa como «Fariña, con un share garantizado del 47%.

La Teoría General de Sistemas enseña que  los individuos, las familias o cualquier grupo humano se rigen por las mismas leyes a la hora de mantener o corregir su equilibrio, así que podría hacerse un análisis muy elegante y preciso del Procés desde una visión sistémica; descarto sin embargo esta posibilidad porque hay tantas variables en este asunto  que se necesitaría un matemático y un buen sociólogo para poder manejarlas con el rigor necesario.

Desde un punto de vista psicoanalítico resulta muy atrayente interpretar el origen de las conductas de los protagonistas y descubrir las razones ocultas  tras un flequillo, un «ollo virollo» o una lengua zarabeta que seguro que las hay. Pero hay psicoanalistas infinitamente más preclaros y audaces  para hacer un diagnóstico desde esta óptica.

Tampoco me seduce la explicación desde la neurociencia porque el procés no es una alteración de neurotrasmisores o estructuras cerebrales, más bien es al revés.

Así que no me pronuncio sobre el tema pero me da que pensar. Para rumiar psicológicamente el procés la mejor herramienta es echar mano de Karl Jaspers, un psiquiatra y filósofo alemán de finales de siglo, padre de la psicopatología europea.

Jaspers introdujo la necesidad de hacer una distinción temporal a la hora de para poder elaborar  un diagnóstico psicológico correcto. La forma y velocidad de instauración del cuadro, su duración, su tendencia a la progresión, estabilización o remisión, y el estado del sujeto tras la resolución, son datos imprescindibles en toda exploración psiquiátrica correcta.

Distinguió entre fases, desarrollos y procesos en la evolución  de las alteraciones mentales.

Para Jaspers un Desarrollo patológico consiste en una exageración progresiva de rasgos previos de la personalidad del sujeto hasta hacerse patológicos. Su instauración es insidiosa, no siendo fácil precisar el momento de comienzo y presentando un curso lentamente progresivo.  En los desarrollos patológicos la alteración se instaura de forma aislada en la mente, permaneciendo perfectamente conservada todo el resto de la personalidad del sujeto, excepto en lo concerniente a los rasgos que se han hipertrofiado (delirio de perjuicio, supremacismo racial etc.. ).

Un Proceso patológico , en cambio, es un fenómeno psíquico que irrumpe de forma abrupta en la historia del sujeto a partir del cual se produce una transformación permanente de su personalidad condicionando toda su conducta en función de esa alteración.

Teniendo en cuenta estas sutiles distinciones, sería más correcto hablar del «Desenvolupament» catalán que de un Procés.

Para procesos ya tenemos el del PP y el embarazo gemelar de Ireno y Pabla.