La Voz de Galicia
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Como todos los mandamientos bíblicos, el octavo señala un peligro importante para la especie cuando  ordena  «no mentirás». La mentira es una característica exclusiva de nosotros los humanos y el engaño un componente central de nuestra vida. Muchos antropólogos opinan que no es nada malo que el hombre tenga este talento para mentir, engañar y difamar….más bien, supone un componente esencial de la inteligencia social. Freud afirma que la civilización comienza cuando un ser humano en vez de lanzar un venablo, lanza una injuria; es decir, que desde que Adan y Eva lanzaron la primera, la especie humana no ha dejado de faltar a su palabra , mentir, engañar y hacer trampas de forma voluntaria, habitual, astuta y calculada.

Científicamente está demostrado que nos movemos entre engaños y mentiras, el tamaño del cerebro humano se debe -según muchos autores- a la presión evolutiva de tener que mentir cada vez más refinadamente,.

La mentira intencionada implica una pirueta psíquica: ocultar la verdad sustituyéndola por una historia creíble,  que exige no sólo una creatividad y ocurrencia encomiables, sino también , la capacidad de meterse en la mente del otro. Charles de Tayllerand, ministro de exteriores de Napoleón, afirmaba que el lenguaje le fue dado al hombre para ocultar sus pensamientos. Los investigadores de la mentira concluyen que sin ella no sería posible la convivencia humana.

Cuando no  es imprescindible a veces es ser mejor no decir toda la verdad -los médicos y las mujeres saben mucho de esto-. En el momento y lugar oportuno una mentira inocente es preferible a una vedad ofensiva, !líbrenos dios! de esas gentes que confunden la sinceridad con la mala educación.

Siempre hemos mentido y cuanto más civilizados, más refinadas son las mentiras. Lo único que ha variado últimamente es la posibilidad de que cualquiera pueda mentir  urbi et orbi, en la nueva taberna virtual que son el tuiter y las redes sociales.

Los escándalos provocados por quienes injurian, mienten, engañan, manipulan y ofende a través del tuiter van in crescento  devastando emocionalmente a quienes los reciben o simplemente los leen. El tuiter está mermando la inteligencia social porque cada vez se escriben falacias, añagazas y exabruptos sin ninguna finura ni refinamiento ni censura. Son intercambios comunicacionales Hilderbergensis. Vuelven a volar los venablos.

Uno de los grandes de Galicia, el profesor anarcocapitalista Miguel Anxo Bastos, propone una solución estratégica para resolver el daño que producen estas infamias cibernéticas. Propone que se mienta más, que mintamos todos, que se utilice la red sobre todo para mentir hasta que la red deje de ser creíble, sólo entonces los autores tendrán que demostrar que dicen verdad  y las víctimas no tendrán  que demostrar su inocencia.

Razón no le falta.