La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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La iglesia de Cos o la manía de convertir los cementerios en pantallas

Cos. Estoy en Cos, un lugar mínimo al que se llega por el Camino Inglés tras dejar atrás un pequeño y precioso valle. La pendiente es mínima y de repente aumenta de manera notoria, para abrirse el paisaje. Y así me encuentro ante la iglesita de Cos, pequeña, acogedora… y ocupa por una pantalla que forma el cementerio. Un auténtico muro. Y no puedo menos que preguntarme si era necesario meter ahí a los muertos. Desde ningún punto de vista -religioso incluido, claro está- ese atentado contra el buen gusto está justificado. Podría hacerse el cementerio, ya que ahora nadie descansa para siempre en tierra, unos metros más allá, que no impida ver el edificio. Porque eso es lo que querían nuestros antepasados: que la iglesia que levantaron con tanto sudor en otros tiempos luzca hasta la eternidad. Pues nada, que no hay manera, oiga.

 

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La majestuosidad de la iglesia románica ourensana de San Pedro Mezquita

A Merca. Entre ráfaga de viento y chaparrón ha salido el sol. Un rato, pero me pilló al lado de una iglesia que hace tiempo que quería ver: la de San Pedro Mezquita, en el municipio ourensano de A Merza, declarada en 1931 monumento nacional. Y ante los ojos aparece majestuosa, sólida, alta, desafiente de los vientos, románico con elementos ya que apuntan al gótico. Por desgracia para mí, estaba cerrada, así que en medio de ese viento escasamente cálido di unas vueltas, la admiré desde varias panorámicas, hice unas fotos… Tiene una sola nave, con un añadido que afea de manera monumental una de las dos puertas laterales también románica. En la fachada, San Pedro y una imagen que unos identifican con Santa Ana y otros con la Virgen. Más arriba, un rosetón que muestra la influencia del arte que entró por el Camino de Santiago. El ábside, … Seguir leyendo

San Bartolomé de Eiras, una interesante iglesia del municipio de O Rosal y a tiro de fusil del río Miño

Eiras (O Rosal). No vale la disculpa de que cambia el tiempo -que sí cambia, por suerte- para quedarse en casa. Porque la zona del Miño limítrofe con Portugal sigue estando maravillosa. Y así, vagando, llego a la playa fluvial de Eiras, que se merece un repaso antes de que comience la próxima temporada estival, y a la iglesia de San Bartolomé, que ya se merece una visita más detenida, aunque mucho más no hay que hacer allí excepto comer en la vecina Abadía Eiras, una casa de turismo rural con restaurante abierto al público. Si se evita ese mal enorme que sufre Galicia -también aquí- que es el cableado, la foto ante el templo merece la pena.

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Matando el turismo en Galicia

Cabo Udra. Una vergüenza. Cada vez que veo residuos de la dictadura en tierras gallegas me pongo de muy mal humor. Parece que los antidemócratas han ganado. Ahí están, riéndose de la memoria histórica, de las leyes y de quienes sufrimos persecución por defender cosas tan elementales como el derecho a hablar, a manifestarse, a escribir, a pensar diferente. Por supuesto que la gran mayoría de los fallecidos que figuran en esa insultante placa -¡los turistas quedan espantados al ver tal monumento al fascismo!- eran pobres gentes a los que llevaron al matadero. Honren los hijos a sus padres y los nietos a sus abuelos en el ámbito privado. Vayan a su sepultura a recordarlos (cosa que no pueden hacer los miles de descendientes quienes, para oprobio de Europa, todavía no han sido sacados de las cunetas donde fueron asesinados). Pero honrar al fascista que encabeza la lista es un … Seguir leyendo

Un servicio religioso en la iglesia británica y jacobea del puerto de Poole

Poole. Nada que ver. Un servicio religioso anglicano y una misa católica son como el día y la noche. Y lo digo con conocimiento de causa. Hoy he asistido por primera vez a uno anglicano entero, en la iglesia de St. James de Poole, donde el único que nos recibió bien fue un ayudante, quien nos entregó unos folios con las oraciones y cánticos del día.

Pero fue hasta divertido, porque no de otra manera puede calificarse la carrera de pancakes protagonizada por media docena de niños que recorrieron al galope, sartén en mano, toda la iglesia. Algunos cánticos sonaron muy bien, otros no tanto, y la voz tronante de la corpulenta reverenda inundó este templo del XIX que sustituyó al que durante muchos siglos recibió y despidió a miles de peregrinos rumbo a Compostela.

Hay una cosa en la que los servicios anglicanos ganan por goleada a las … Seguir leyendo