La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Buckden. Visto desde la distancia, que quizás no sea sólo demográfica (ando por el centro de Inglaterra), es difícil entender por qué en España la gente se dedica a protestar. No solo, sino principalmente.

Intentaba yo explicar en Facebook por qué me asombraba, desagradablemente, ante la protesta de ¡dos becarios! de la Televisión de Galicia (TVG). No entraba en el fondo del asunto, sino en el hecho de que el primer indocumentado que llega ya protesta y no le va a pasar nada. Marca de la casa, oiga: llego, protesto, me vanaglorio de ello si así lo deseo y voy de campeón.

No hay vergüenza social en España. Sí la hay en Inglaterra. Porque es mayoritariamente anglicana y por lo tanto uno no hace lo que le da la gana sino que responde ante la sociedad de lo que hace y de la imagen que genera de él, su familia y su empresa/club/ciudad. Es difícil ver aquí una de las habituales discusiones carpetovetónicas de barra de taberna. Porque aquí impera el respeto. La gente no echa la lengua a pacer. Tampoco en la calle las madres gritan a los niños ni los niños se rebelan a gritos. El silencio es (casi) total, las conversaciones se desarrollan en voz baja.

Y por eso los sectores antibrexit están horrorizados. Porque piensan. No polemizan. Quizás con más debate y menos noticias falsas el resultado del famoso referéndum hubiera sido otro, pero ni eso ni lo contrario los han impulsado a la protesta individual, al esto lo arreglo yo si me dejan.

Y en esas estamos. Porque excuso decir que excepto dos o tres de mis contertulios en Facebook, que discrepamos con respeto, me han llamado de todo. España en estado puro.