La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Vigo. Por primera vez he participado en una de las salidas que organiza mi vecino Carlos Rodríguez. Se trata de hacer un recorrido por lugares vinculados a la vida de xograres e troveiros. Es decir, aprender algo de la poesía galaico-medieval de la Edad Media, de lo cual ignoro todo. Se contaba también con un guía de excepción, Henrique Monteagudo, secretario de la Real Academia Galega. Y se contaba también -y así fue- con la colaboración del tiempo: día muy claro, sol de otoño y ni un atisbo de lluvia.

Lo primero que me llamó la atención fue el número de personas en estos momentos en que la apatía es general, sobre todo entre los funcionarios: éramos 110. O sea, dos autobuses llenos. Encima cada uno se pagaba lo suyo: el autobús, el viaje en catamarán para ir a la isla de San Simón, la entrada al Museo do Mar de Vigo (donde está expuesto el Pergamino Vindel) y, claro está, la comida. O sea, no había dinero público por medio.

No miro con admiración a la clase funcionarial. Defiendo -es público y notorio- la gestión de la Administración pública con métodos y leyes del mundo privado para evitar el enorme agravio comparativo que sufrimos los que no somos funcionarios. Siempre digo que los profesores daneses o finlandeses no son funcionarios, así que tienen los mismos derechos y deberes que un conductor de autobús o un delineante.

Pero dicho eso, en esta salida se demostró que los servicios públicos no funcionan bien por el esfuerzo de todos sino por el sacrificio de unos pocos. Además del excelente ambiente que hubo en una jornada realmente agotadora -salí de casa a las 8.15 de la mañana y llegué a las 11 de la noche)- el interés era máximo, tanto en la iglesia de Castrelos como ante la isla de San Clemenzo, con la impresionante tumba de Payo Gómez Chariño (un tesoro que casi nadie conoce) ante los ojos o caminando por las rúas de Pontevedra.

Para los amigos de las rutas culturales por Galicia sólo queda recomendar que se hagan amigos en Facebook de Carlos Rodríguez. Porque el hombre no descansa: ya está preparando la siguiente.