La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Reading. Y de repente, el turista se encuentra con algo raro. Algo que no está en las guías, que tampoco busca, que quizás no le interese en principio. Pero se para, pregunta qué será eso, que hace esa gente, y se encuentra con una terapia basada en la horticultura. No es lo que espera ver, pero se interesa. Ahí hay gente que ha tenido y tiene problemas. Unos problemas que a algunos les parecerán muy menores, pero a quienes los sufren les parecen el fin del mundo.

Las organizadoras no cobran. Es una entidad voluntaria, explican, llamada The Ridgeline Trust. Le dicen al recién llegado que esa tierra era completamente salvaje y estaba abandonada, y que remangándose la han dejado en el jardín y en el huerto que se ve ahora. Hay gente incluso de Nepal.

Porque esa es la otra cara del turismo. O por lo menos lo es para el viajero despierto, el que no solo busca la foto en la Torre de Londres o en cárcel de Reading que albergó a Oscar Wilde. En suma, el que se fija y aprende de la gente de su alrededor.