La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Legoland (Windsor). Tercera vez que voy a Legoland y tercera desilusión.

La primera en la frente: la señalización es manifiestamente mejorable tanto para cruzar Windsor y sus numerosas rotondas como cuando se deja atrás tan noble población y hay que meterle millas al coche.

La segunda, un ataque directo a la cartera. Una vez aparcado el coche y en la cola de las taquillas -¡qué de gente a pesar del día perruno!- el cartel no miente: 50 libras por cabeza. O sea, 63 euros. Así que pago 100 más las 6 del aparcamiento. O sea, 133 euracos del ala.

A ello hay que añadir la cantidad de señuelos para que uno se deje una pasta gansa allí: muchísimos puestos de helados, unos cuantos de perritos calientes y chucherías, venta de fotos de uno mismo con cara de horror en tal o cual montaña rusa sin agua o con agua, las cabinas secadoras porque en las montañas rusas con agua uno acaba empapado o casi…

Y cuando parece que todo llega al final y se ha logrado evitar las tiendas sectoriales (Ninjago, Friends, War Stars y demás), en la explanada de salida repara en la Big Shop y en otra no tan big con ropa para enanos. Salir indemne de esa explanada es batalla perdida: algo se van a llevar los chicos, aunque se el detalle para la abuela o el compañero de clase.

Resumen: una familia de cuatro miembros necesita cerca de 400 euros para pasar allí el día. ¿Puede gastárselos? Pues enhorabuena. Pero puestos a ello, ahórrelos para Parc Asterix en París: estarán mucho mejor invertidos.