La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Congostro. Carlos Rodríguez tiene mérito. Mucho mérito. Contra viento, marea, algún desplante y la unánime opinión en contra de la mayoría de sus vecinos regenta ahora una aldea rural que está cogiendo buen nombre: Santo Ardré, en el lugar homónimo, afueras de San Miguel, aldea con sólo dos casas abiertas. Este es uno de los montes que cierran A Limia, Ayuntamiento de Rairiz de Veiga. Unas vistas impresionantes.

A Carlos le pusieron todos los inconvenientes del mundo, y sólo que recibió fue indiferencia. Pero es el único de esa zona que entendió que sin negocio la muerte social de ese trocito del rural gallego sería mucho más rápida de lo que va a ser.

Hombre curtido en unas cuantas batallas -fue concejal varios mandatos-, se le nota un deje de tristeza al hablar. Porque en el fondo, si no surgen proyectos nuevos, ¿cuál es el destino del mundo rural gallego?