La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Malpica de Bergantiños. Cierto: el casco urbano de Malpica, en la magnífica Costa da Morte, fue destruido y no quedan restos. Y no volverá, por supuesto. Pero ahora que septiembre se presenta con temperaturas agradables hay que volver ahí. Porque tiene una de las rutas costeras más asequibles, accesibles y recomendables de toda la Costa da Morte: la que arranca desde el final de su paseo marítimo y lleva hasta la ermita del Santo Hadrián, arreglada recientemente con 500 euros locales y 7.000 de los impuestos de esa Unión Europea que algunos bobos se empeñan en denostar, demostrando que el tirar piedras contra el propio tejado es inveterada afición española. Se ha pecado de lo de siempre: en vez de cuidar el viejo sendero -precioso y entre muros al principio como se ve en la foto superior-, a partir de una playa que no es otra que la propia de Malpica que queda dividida en la marea alta, se ha abierto una pista enorme, sin sentido alguno. Y hasta se coló un coche, que al no poder dar marcha tuvo que continuar hasta el final, y soy testigo de que su conductor estaba azorado por la metedura de pata. Pero olvídese de eso y de que en los alrededores de esa playa algunos coches aparcan justo sobre la ruta: vaya a Santo Hadrián, con las Sisargas al fondo. No lo olvidará mientras viva. Y que sean muchos años.

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