La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Red Natura del río Tambre. Hay cosas que me hacen volver a la realidad: voy mayor. No ya porque lleve 45 años y medio en esto del periodismo, que son años, sino porque suceden cosas que me hacen aflorar recuerdos muy lejanos.

Entre estos últimos están las luchas pacíficas en la calle y en los medios de un sector de la ciudadanía para que se peatonalizara el casco histórico de Santiago. No participé activamente en ellas, estaba a otra cosa y el don de la ubicuidad nunca lo tuve. Al final, la llegada a la alcaldía del socialista Xerardo Estévez dio el impulso definitivo y hoy las viejas rúas son ejemplo de peatonalización. O sin ir tan lejos, ahí está Pontevedra. Y Allariz.

Y ahora resulta que una medida similar que va a tomar en la Carreira do Conde el actual alcalde de Santiago, el popular Agustín Hernández, sufre el mismo rechazo por una parte del vecindario –los comerciantes- que ya hubo que soportar hace decenios. Esa gente que, honrada pero equivocadamente, cree que su negocio irá para abajo si no se forman atascos en doble fila frente a él, cuando esa es una batalla perdida por completo desde que llegaron los grandes centros comerciales. Así que o se le da un valor añadido al hecho de ir de compras por el comercio pequeño o éste tiene los días contados. Y eso es precisamente lo que le intenta dar el Ayuntamiento: el valor añadido del placer de caminar, de encontrar amigos, del saludo, de la charla, de los niños corriendo sin temor a que un coche les dé un susto.

Por supuesto que hay que romperse la cabeza para encontrar una solución a dónde dejar el coche en este pueblo de ricos donde nadie quiere caminar ni 200 metros. Pero no se parte de cero: muy cerca hay tres aparcamientos, amén de que en Santiago no existen las distancias.

Pero además de eso, la decisión del Ayuntamiento de peatonalizar la Carreira do Conde es muy acertada. Se trata de una calle histórica (la raíz de su nombre hay que buscarla en el conde de Altamira, que por ahí entraba y salía) que además permite prolongar con justicia el casco viejo. Y uno de los problemas más serios que tiene esa zona -llamada el Ensanche- es que los millones de turistas y peregrinos llegan al límite del casco viejo, ven que no hay más calles peatonales a la vista y se dan la vuelta. Eso lo saben bien los comerciantes del Ensanche y, sobre todo, los restaurantes.

Así que procede mirar al futuro: la Carreira do Conde se merece ser peatonalizada. Por el bien de sus comerciantes, también.