La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Glasgow. Estuve en Glasgow en 1986 y he vuelto hoy. La impresión todavía es peor que entonces, porque hace años vine invitado y me llevaron a ver los sitios bonitos aunque hubiera que pasar por los feos, y hoy me he pasado tres horas recorriendo la ciudad, a pie, y la cantidad de basura que he visto no está en las calles de A Coruña y ya no digamos de Santiago. La otra cosa que me llamó la atención fue que la educación británica luce por su ausencia en Glasgow: nadie da las gracias, nadie da los buenos días, nadie sonríe como en Dinamarca.

La excepción está en la guest house donde he parado esta noche, Amadeus, en una zona tranquila no lejos del centro pero con un gran parque al lado. Un establecimiento muy recomendable. Y no sólo por su precioso comedor donde se sirven los desayunos -abundantes y completos- y en el que como único error hay que señalar que se escucha de fondo música clásica teniendo la preciosa música tradicional del país, con sus polkas y mazurcas, sino porque tanto Alessandra -la joven dueña- como la mujer que atiende en el propio desayuno no ahorran ni en sonrisa ni en amabilidad. Y viéndolas uno no puede menos que pensar y sentir que se encuentra en Gran Bretaña. Mal que le pese a muchos escoceses, sobre todo a los de esta ciudad de Glasgow que hace sólo dos meses votaron sí al referéndum de autodeterminación que rechazó el resto.