La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Allariz. He quedado con Pepe y su familia el Allariz. Lo llamo nada más aparcar ante el convento de Santa Clara y me dice que está en el Pepiño. Hago rápido repaso mental y me quedo como estaba. «Pegado a la Casa do Concello», me dice, y ahí ya no hay pérdida. Entrada estrecha, bar con enorme sabor a autenticidad a la diestra, comedor tradicional al frente. Lo magnífico es no sólo el trato tan familiar, cordial y nada ramplón, sino que parece que lleva ahí decenios y decenios con esa atmósfera pura gallega. Teníamos reservada la comida en otro establecimiento, de manera que no comí en el Pepiño, pero es de esos sitios que, con seguridad, volveré.