La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Cabanas. He embarcado para, primera vez en mi vida, remontar un trozo del río Eume. El viaje es sencillamente maravilloso, descubriendo una perspectiva inédita del comienzo (o del remate) del parque natural de las Fragas do Eume. Una iniciativa excelente que parte de la oficina de turismo de Cabanas, la cual, además, ofrece unos pequeños coches a pedales para recorrer el pinar, recorrido por el Camino Inglés y documentado con unos paneles. Sin duda alguna, todo ello va en la buena dirección, a lo que hay que añadir que los precios son realmente muy bajos. Sé que detrás está una empresa privada, lo cual es también bueno para la economía de la zona.

Hay un punto negro. O uno medio, mejor dicho. El medio es el desencuentro entre el personal de la oficina y la persona que pilota la embarcación: no se puede decir en tierra que ante el centro de interpretación del parque se para media hora y una vez allí afirmar que 15 minutos o, bueno, 20, pero no media hora. Lo que sea, pero siempre coincidiendo porque eso creó mal rollito con la media docena de jubilados con dinero que viajaron conmigo.

Y el trato es manifiestamente mejorable en la oficina y a bordo. Una persona que se dedica a mover turistas tiene que estar con la sonrisa en la boca dispuesta a aguantar todo menos a los maleducados. Mil preguntas, si hace falta. Y a ser proactivo: enseñar, mostrar, animar, ilusionarse con lo que se ve (aunque en el fondo sea falso). El turista tiene que salir contento, encantado, feliz. Dispuesto a recomendar el producto. Porque hoy en día, con Twitter y Facebook además de ese peligroso TripAdvisor, hasta el más indocumentado puede ayudar a hundir o a subir un negocio. Y eso en Cabanas no lo acaban de entender.