La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
Seleccionar página

Me manda un correo alguien que no conozco y que responde al nombre de Santi Pillado, haciendo referencia a un post mío anterior sobre el nuevo albergue de peregrinos de Castroverde (Lugo). Y en estos tiempos uno se queda gratamente asombrado, porque no se suelen recibir escritos como ese.

En primer lugar, porque se identifica con nombre y dos apellidos. Cierto, pueden ser falsos, pero yo no lo creo en este caso. En internet manda el anonimato, está bien, es correcto, y a uno, con más de cuatro décadas de oficio en sus dedos, eso le parece una cobardía. Se da la cara, se discrepa y punto.

En segundo lugar, por su tono. Los periodistas recibimos con más asiduidad de la esperada mails -todo el mundo sabe escribir- en las cuales ni se saluda, ni se despide, ni se discrepa: se le llama a uno mostrenco, bellaco, vendido, ignorante y todo lo demás subido de tono que usted se imagina. Pues no, este Santi Pillado emplea un tono correcto y educado, que se agradece. Y como consecuencia viene a decirme que no estoy bien informado.

Escribía yo, textualmente, que «merece la pena ir a verse (el albergue), aunque en la localidad no haya un sitio curioso para comer». Santi Pillado discrepa, tras dar las gracias por la información: «Escríbolle porque non coincido con vostede en que en dito pobo non haxa un bon sitio para comer. Todo o contrario, a vila goza de 2 restaurantes principalmente («A Lenda e o «Pereira»), nos que che digo eu habías quedar conforme».

Pocas veces uno da explicaciones a un lector con tanto gusto como hago yo ahora mismo. Yo he comido en Castroverde en tres o cuatro ocasiones. La última, hace tres veranos. Y nunca salí enfadado pero tampoco feliz. Sitios para satisfacer una necesidad fisiológica y punto. Ni siquiera sé dónde fue esa última vez. Seguro que en A Lenda paré, pero creo que fue hace mucho tiempo. Dos peregrinos amigos que recorrieron el Camino Primitivo en junio pararon ahí y su opinión no es ni mala ni buena.

Dadas esas explicaciones, tengo un compromiso con Santi Pillado: la próxima vez que pase por  Castroverde (que será este mes o el que viene) comeré ahí. Y luego le cuento. Aunque sólo sea por seguir el debate con alguien que discrepa de manera tan elegante y sin que dispare rayos y truenos.