La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
Seleccionar página

Red Natura del río Tambre. Cansado de leer comentarios absurdos sobre las detenciones de los alcaldes de Ourense y Boqueixón (este es un país donde todo el mundo sabe de todo y lanza la lengua a pacer sin el menor reparo) me pongo a clasificar fotos. Ya saben: esta a esta carpeta, esta a esta otra… Y así debo de tener unas tres o cuatro mil pendientes. Empiezo por las más recientes, que seguro que las recuerdo, mientras que las de hace cuatro o cinco meses vaya usted a saber. De tal guisa van a parar a su sitio las del albergue de Castroverde, en el Camino Primitivo. un albergue público inaugurado este pasado lunes sin fanfarria alguna, porque la curiosa ley electoral en vigor dice que eso puede ser manipulación de voluntades, como si la ciudadanía fuese idiota. Y si lo es, porque de todo tiene que haber en la viña del Señor, pues allá ella. Pero no: nadie de la Xunta ni aledaños se puede acercar por allí excepto los técnicos, que están a lo suyo, mientras que sí puede ir -y fue- el alcalde de la localidad, que es de la oposición. Un caballero, vamos, porque podía decir lo que quisiera que eso no era vulnerar la ley, y guardó un elegante y sonriente silencio.

A lo que iba: el albergue es impresionante, lujoso dentro de su concepción utilitaria. Por supuesto que habrá peregrinos que se quejen -lo dicho: en la viña del Señor…-, pero por un oído debe de entrar y por otro de salir. El esfuerzo hecho por Galicia desde 1993 hasta hoy abriendo albergue tras albergue ha sido impresionante, y hay que decir que todos los gerentes del Xacobeo se merecen un sobresaliente en ese capítulo. Y una matrícula de honor no porque entre A Fonsagrada y O Cádavo hay treinta y tantos kilómetros con dos puertos de montaña y nadie ha hincado el diente al problema, al igual que entre Negreira y Olveiroa, con posible solución sobre la mesa en el primer caso, más difícil en el segundo.

El de Castroverde se encuentra en pleno Camino, a la entrada a la localidad. De ese albergue -inteligentemente levantado sobre el suelo para evitar las humedades que se derivan de un arroyo muy cercano- emana un cierto aire nórdico en sus muebles y concepción. Merece la pena ir a verse, aunque en la localidad no haya un sitio curioso para comer, aunque sí para dormir en sus cercanías.