La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Faro de Fisterra. Mogollón de gente en un sitio degradado. Mucho más degradado por el incendio de hace una semana, causado por la quema de ropas de un peregrino y que llegó hasta el mar. Esto está todo negro. De ello hablaré cuando tenga tiempo, pero ahora sólo quiero mandarle un mensaje a la muy activa mujer que se afana en atender  ella sola a cientos de visitantes que rigurosamente pasan por el faro de Fisterra -excelente sitio para colocar la oficina de turismo- con las preguntas más inverosímiles sobre el sitio y el Camino (alguna me ha dejado asombrado: unos guiris le piden que les cuente toda la historia de por qué los peregrinos se llegan hasta allí). Cierto es que nadie puede saber todo, cierto es que ella es amable, sonriente y paciente. Pero que alguien le diga que las compostelanas (sic) son las mujeres de Compostela. Que lo que se expide en la Oficina del Peregrino es la Compostela. Y que no estaría de más que se enterase de que el Camino de Santiago es el que viene por el monte, aunque alguna burra parda de la Xunta lo haya hecho ir… ¡por la carretera moderna que conduce al faro, que ya es ser australopitecus! Y que de paso diga que por allí estuvo Don Jorgito el Inglés y la anécdota de su casi fusilamiento… En fin, que no se trata de echarla a la calle ni de abroncarla, ni muchísimo menos. Pero hay que dar medios (o sea, un cursillo, un libro…) siguiendo aquello de enseñar al que no sabe.