La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Moussy le Vieux. Meteo France y la BBC auguran un día, sobre todo la mañana, de esplendoroso sol sin nubes en lontananza. Vista la experiencia, Coro mete en el Ford impermeables y jerseys para todos. Tendrá razón: no llovió, pero el día estuvo gris y bien frío. Aprovechamos para ir al Parc Asterix pensando en que todavía no han acabado las clases, es muy caro (39 euros los adultos, 29 los niños y 8 de aparcamiento, amén de comer y comprar cuatro cosillas), y como siempre compruebo que la crisis es feroz: no cabe un alma y hay colas de más de una hora para alguna atracción. La comida, como en todos los parques, es de absoluta emergencia y cara, pero más colas.

No ha cambiado el Parc Asterix. Yo diría que nada en los últimos años, pero luego veo que un pequeño parque infantil lleva la fecha de 2004, así que no tengo toda la razón. Pero lo demás está exactamente igual. Eso sí, muy bien cuidado y da la impresión de que los años no pasan por allí. Pocas atracciones para niños muy pequeños y algunas más, que no muchas, para los pequeños. De adolescentes para arriba, las que se quiera, y de hecho recorrer todo el parque en un día ya le llega bien, de modo que presumo vuelta antes de partir para casa.

Hay otra cosa que no ha cambiado: la atmósfera francesa. Al final de la tarde voy detrás de tres mujeres jóvenes que hablan en inglés, así que presumo que son foráneas. Pero fuera de eso, yo diría que todo el mundo era aborigen galo y que los únicos guiris éramos nosotros. «Un parque muy francés», me había dicho Patrick -el dueño de la casa que hemos alquilado-, tras confesar que éramos los primeros españoles que veía en París que no tenían planes para ir a Eurodisney. No costó, cierto, explicarle que uno es eurocéntrico y que defiende la cultura europea, no la colonización estadounidense con sus patosdónales. Y Patrick tenía razón: esto es muy de aquí, a los guiris les dejan Eurodisney. Por eso yo me encontraba en casa.