La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Lires. Regreso a Lires para echar un vistazo a ese Camino de Santiago realmente atípico que une Fisterra (culto a Santiago) con Muxía (culto mariano), y la pequeña localidad donde me aposento durante dos días se halla a medio camino. Duermo en As Eiras, hostal en el que Pablo, el dueño, me reconoce. Un tipo noble, generoso y amable que utiliza un refrán del que siempre echa mano mi octogenaria madre: «Es de bien nacidos ser agradecidos». Como el tiempo acompaña, allá se vienen conmigo Coro, Martín y Ana, y nos tocan unas horas de calor que nos hacen renegar por el Camino adelante, maldición, a quién se le habrá ocurrido echar a andar a las tres de la tarde… Y como aquí hay que darle a todas las teclas, también redacto el reportaje de tres páginas que sale hoy en Los Domingos de La Voz, y que no sería nada -lo dije y lo repito- sin las fotos de Manuel Marras, que son la armazón y corazón de la serie Galicia Bonita.

Redescubro Lires y veo que es una aldea con un tremendo potencial en eso que se da por llamar slow tourism, el turismo lento, sin prisas. Aquí no se busca sol y playa, sino naturaleza, vida, buena y muy casera comida, trato humano personalizado porque, como hay tan poca gente, al poco tiempo de estar por aquí todo el mundo sabe que anda por los andurriales un periodista de La Voz de Galicia. Incluso tienen un par de rutas, pero, en el caso del Roteiro da Meigha Lirea, les pasa lo de siempre: mucho fuelle inicial y abandono posterior. Los vecinos, y no sólo el Ayuntamiento, tienen que responsabilizarse de su entorno. Si el Ayuntamiento no señaliza la ruta, deben hacerlo aquellos que se juegan los cuartos en potenciar ese segmento del turismo. Cuesta nada levantar un par de postes (que sin duda fueron sustraídos) o pintar las flechas en los cruces. Un mal genérico que azota toda Galicia, pero que es muy fácil de solucionar: incluso con un esprai. A ver si los vecinos de Lires también dan ejemplo en esto.