La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Cámping El Edén. Creo que me merezco unas vacaciones, aunque sé que no van a ser tales. Gajes del oficio, porque hay que mantener vivas las tres páginas de la serie (exitosa, dirían algunos, si bien es cierto que gracias al fotógrafo) Galicia Bonita que se publica los domingos en este periódico y ha tenido una excelente acogida: el lector es una especie a extinguir que siempre hay que mimar; él es la razón de ser y de trabajar de los periodistas. O sea, que con el bañador de cintura para abajo y el ordenador encima de la mesa aterrizo en el cámping El Edén, en A Illa de Arousa. Lo encontré por casualidad un día cuando con el fotógrafo Manuel Marras sombra inseparable aterrizamos ambos por aquí con el fin de ganarnos el garbanzo haciendo un reportaje sobre O Carreirón destinado, precisamente, a la Galicia Bonita. Total, que me gustó, reservé (y, para los mal pensados, pagué religiosamente y conservo la factura, que a mí no me regalan nada) y aquí estoy, con Coro, Martín y Ana.

Ramiro, el hijo del dueño, me ha reconocido. Un tipo legal, muy amable y que trabaja de sol a sol. Me dice que ha enmarcado nuestro reportaje, lo cual le agradezco, para qué no voy a decir que el ego no me ha engordado. Llamo a Marras para contárselo y el hombre también se pone contento. Sin duda es por qué en esta profesión estamos acostumbrados a que, con suerte, no intenten darnos dos gritos, y gente como Javier Goyanes, que llama para dar las gracias cada vez que sale alguna cita a Pazos de Galicia, hay poca.

El bungaló está muy bien diseñado, es nuevo y nada caro. A Coro le gustó, con lo  que respiro profunda y sinceamente tranquilo, porque uno nunca sabe si va a recibir una mirada de arriba a abajo o una sensual sonrisa cómplice.

En fin, parece que han llegado las pseudovacaciones. Y usted que lo vea.