La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
Seleccionar página

Estocolmo. Piso Estocolmo por tercera vez. La primera fue en 1973. La segunda, en 1978. Y ahora. De algo me acuerdo, y con claridad, por supuesto, pero la mayor parte de las cosas allá fueron al olvido.
Y lo que recuerdo, ahora es distinto. Antes todo impresionaba para los españoles, que, ansiosos por ver otro mundo fuera de las entonces constreñidas fronteras grises, abríamos la boca cuando pisábamos el extranjero. Hoy Estocolmo me parece una ciudad organizada, por supuesto que con bellos edificios, pero nada más. Avanzó poco, y España mucho. Cierto es que aquí no hay feísmo pero sí una buena cantidad de chalados de variopinto pelaje, alcohólicos y marginales que ocupan el centro con gente venida de otras partes y que aquí se han quedado por mil y un motivos honrados y razonables y otros tantos que no figuran en ese grupo. Aquí lo raro es ver rubios y rubias, y los que hay o entran en alguna de las categorías anteriores o bien son personal joven que acude a comprar, porque las tiendas sólo están en el centro-centro, claro.
Por lo demás, llueve, es el día en que los estudiantes que acaban los tres años de bachillerato han ocupado la ciudad a bordo de camiones y con grandes dosis de juega, y mi hotel, el Clarion, no merece la pena excepto que sólo se busque eso: un sitio para dormir. Como dicen los ingleses, any port in a storm.