
Admito que solo con solo ver la portada del último trabajo de Guy Delisle me entró una pereza terrible. Otro relato de vivencias personales, con ese toque de humor e incluso algo de surrealismo, que este tipo ya no entregó con sus estancias en Corea del Norte, China o Birmania. Didácticas, sin duda. Pero, al fin y al cabo, ¿qué podía contar ahora sobre Jerusalén y el conflicto arabe-israelí que no sepamos por decenas de blogs, informaciones diarias y libros mejor o peor documentados? Quizá el único morbo era saber qué posición adoptaría aquí ante una crisis tan polarizada. El libro del canadiense errante durmió varias semanas en la estantería de lecturas pendientes.
El premio que le dieron hace unas semanas en Angouleme al mejor cómic del 2011 me llevó a pensar que, cómo otras muchas veces, tal vez que estaba equivocado. El tebeo lo he devorado en unas horas. Es una joya, didáctico, entretenido, sorprendente. Porque vuelve con la película de siempre, sí, esa que tan buen resultado le da: contar, casi sin querer, su día a día en una situación de conflicto (acompaña allá donde va a su mujer, administrativa en Médicos Sin Fronteras) donde es difícil permanecer ajeno, pero donde te pueden suceder episodios cotidianos, cercanos, que no llegan a través de los medios de comunicación. En sus anteriores tres trabajos biográficos (por el medio tiene ese estupendo cómic mudo llamado Luis va a la playa), Delisle aportaba algo muy valioso: información sobre lugares donde es difícil saber lo que sucede, por veto a la libre información. En el caso de Jerusalén, hay información fácil de encontrar, mucha, pero muy desordenada y muy parcial. Aquí el dibujante hace lo que mejor sabe: simplemente contar, sin valorar, optando por lo que se oye y ve en la calle, por lo que le cuentan sus amigos, con sus conflictos diarios y con sus contradicciones, esas que van desde la cooperación internacional hasta la posición que adopta en asuntos religiosos.
Este Crónicas de Jerusalén, nacido como un blog, es un libro estupendo para librarse de perjuicios, para no pensar que en Oriente Medio es todo negro o blanco, que no solo hay buenos o malos, y que hay un problema de enormes dimensiones en una franja tan diminuta de tierra. Aparte, constituye en algunas secuencias -como todos sus libros, se trata de una compilación de breves historias, de 4 a 6 páginas, a modo de diario- una estupenda guía de viajes, de cafés, de parques infantiles, de iglesias, mezquitas… Y sin patrocinio alguno. Y sin demagogias.
