La Voz de Galicia
Libros, música y seres humanos
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El tobillo y el ascensor

Calor. Mucho calor. Demasiado. Hace un día de verano en el inicio de la primavera y hay que trabajar. La luz del sol a tope. Tienes que llevar a la niña al médico porque le duele el tobillo. Esguince. Tú, preocupado. La niña, feliz.

-Cómo no voy a ir a clase. Quiero ir a clase con  la venda. Me tienen que ver mis amigos.

Es más: en el médico quería una escayola.

-Una venda de las duras, como la que le pusieron a Juan.

Decía me duele mucho y luego se delataba cuando se aburría y se ponía a correr en el hospital hasta la máquina de café. Te tranquilizas cuando te dicen que no es nada. Y recuerdas como a ti te encantaba que te firmasen y escribiesen cosas en las escayolas que tuviste cuando chaval. Hasta jugaste al fútbol en el recreo con una en el pie. En … Seguir leyendo

Nacionalismos

Me llega este correo por un artículo que escribí en galego, en las páginas de La Voz, sobre la indudable tradición galeguista que tiene la ciudad de A Coruña. Por su interés lo reproduzco tal cual, el correo.

Estou farta dun nacionalismo que corre cara aos cantiis. O nacionalismo ten que ser semente, intelixente. Buscar a razón desde o corazón. Nunca pólvora e magnolias para odiar. Castelao non pode ser un tiro seco ao aire. Un paxaro morto. O cu dun saco. Son A. Zimmer, unha muller acollida en Québec e parida noutro recuncho do mundo, na Galiza. Son nai de tres fillos e ninguén me vai a dar leccións. Tampouco eu quero dalas. O nacionalismo é un sentimento, e cos sentimentos non se xoga. Ser nacionalista é un xeito de ser e estar no mundo. En Québec ou na Coruña. E o idioma é un cáliz, a sacra … Seguir leyendo

Primavera absurda

Y volver a escribir. Volver a escribir una tarde, a cualquier hora. Los dedos, fríos. Los dedos, que se calientan sobre las teclas. Y piensas en chicas de tu juventud. Aquella chica, morena, con unos ojos que te miraban y no se iban. Con unos ojos que se quedaron para siempre. Aquella otra chica, pelirroja, muy enamorada de ti, de ti que no eras nadie, que eras lo peor que se puede ser, un cara. Y piensas que los recuerdos no calientan el corazón. Son solo estériles imágenes que no calientan nada. Miras hacia el cuarto vacío del fondo. Ya no hay ruido de niños. Ya tus hijos son mayores. Son niños mayores. Tienen sus vidas y nunca te vienen a ver. Para qué. Quién quiere ver a un saco de huesos. Quién quiere estar frente a una piel arrugada. Una lástima, una persona que solo cuenta las horas que … Seguir leyendo

Adivina, adivinanza

Escritor. Tenía gatos y metáforas de fuego. Publican ahora un inédito para paladear. Utilizaba las palabras como metales preciosos. Era un vanidoso insoportable. Pero eso no es una pista, porque la mayoría de los autores tiene sobredosis de vanidad. Y los mata la glucosa del poder. Sabía que la vida es un paseo por el filo de la muerte, hasta que te cortas y se acabó. Su obra no tiene argumento. O el argumento era él. Sabía que Cortázar decía que los gatos son gratis. Compartía con JRJ el algodón de Platero. Y intuía que la depresión solo es una forma de explicarse. Cómo la escritura solo es una manera de masturbarse. Coleccionaba mujeres, pero solo amaba a una. Era un autor que entusiasmaba o sus libros se utilizaban para escupir sobre ellos. Pertenecía a una cuadra como todos los escritores con firma en este país de cainitas. Creía en … Seguir leyendo

Un conto: as tesoiras xigantes de Raichu

Para a Madriña do Ceo, de Ramón Loureiro
E entón Raichu saíu co seu pai da man. O pai tiña a sensación cando collía a man da súa filla que estaba amarrándose ao cabo dunha cometa. Era moito o que se ría coa nena. Os dous xuntos subiron ao coche e fóronse á praia. Era inverno en Arrakeen. As praias cando é inverno en Arrakeen están preciosas. Os días azuis, a pesar da friaxe, son gloriosos. Coma se o aire fose máis transparente que nunca. Aparcaron o coche, á beira das naves, e foron camiñando cara ao areal. Cruzáronse con varios cans que correteaban e cun par de namorados que se bicaban.
-Imos tirar moitas pedras, mil pedras, papá.
-As que queiras.
-Entón imos tirar corenta mil pedras, dígocho, papá.
-Nooon (con cara de dor). Tantas nooon que logo teño maniotas nos brazos.
E Raichu ríase como nunca, esa risa … Seguir leyendo

El gobernador y la prostituta

Hoy en las webs no se pincha otra noticia. Las cosas como son. Todo el mundo dice que ve los documentales de la 2, pero la mayoría los utiliza como somnífero para la siesta. Y los canales de pago se forran a vender porno. El morbo nos puede. Ya se conoce a la chica que contrató el gobernador de Nueva York. En Estados Unidos es un escándalo sin precedentes. Tienen una doble o triple moral. Asesinan a medio Irak, pero les parece terrorífico que un gobernador haya podido mentirle a su familia y a sus ciudadanos. Él ya pidió perdón y dimitió. Más bien, se inmoló en público con su mujer al lado. Otro show muy yanqui. Seré bueno, trataré de honrar a mi familia, etcétera. No sé si el tipo cometió un delito de blanqueo de dinero, pero lo que sí tengo claro es que, por mí, los … Seguir leyendo

Iván, el terrible

Escribe ecuaciones con errores. Fórmulas que no funcionan. O sea, canciones impuras como la vida misma. Temas imperfectos que clavan el alma con un alfiler en el corcho de las emociones. Una hemorragia creativa. Además multiplica su talento hasta el infinito y más allá con su hermano Amaro. Los dos tienen muchas tablas, náufragos de los escenarios. Iván Ferreiro lo ha vuelto a hacer: el disco redondo, un donut que alimenta los corazones solitarios. Saldrá a la venta este mes, pero ya se puede escuchar en su blog. Iván, el terrible, edita Mentiroso mentiroso, y los Grammys se le van a quedar cortos. Está en el mejor momento de su carrera hacia todas las esquinas. Hay, por las canciones, pedazos rotos. Se aprieta para cantar el corazón, no el cinturón. Increíble declaración de amor De mi pandero: «Me gusta comer con las manos y cocinar para ti. Bailar las palabras». … Seguir leyendo

Carta desde Arrakeen para Skitty

Ya sé que la cabeza te estalla. Te escribo parapetado debajo de una tormenta Coriolis. Te escribo en uno de esos momentos en los que es mejor coger aire y dejar que las cosas vuelen, que cambien de sitio, que se dinamiten los nombres, que estallen las señales, empezar desde nada. Skitty, ya sé que no quieres vivir en Carthag. Te escribo desde Arrakeen, junto a su mar de acero. Te escribo con el temblor en las manos de una lámina de cristal. Hoy se rompió la bailarina de la caja de música. Se partió su pierna y dejó de dar vueltas. No fue una buena señal. Después llegó estar tormenta de arena indecente. Tenías que vivir siempre en NGC 2516. Las estrellas tenéis que vivir en constelaciones. Si bajáis a Arrakis os ahogáis, como pobres conejitos a los que les tapasen la nariz. Este es un mundo feo, con … Seguir leyendo

Las flores de Meganium

Quieres dejar las pastillas como Meganium. Meganium está muy bien. Te pide una entrada para ir a un concierto de dos Charmanders. Se la consigues. El mercado negro de entradas está oscuro. Pagas por ellas el doble de lo que valen. El arte, por las nubes. Meganium está como una moto. No hay quien la detenga. Está acelerada, pero da gusto verla así. Te dice Squirtle, que sigue muy delgado, que se marchó a comprar flores:
-Se fue a comprar flores a primera hora de la tarde. No sé cuándo volverá. Sale y entra sin parar.
Al poco, llega Meganium empapada de lluvia y de alegría. Se muere sola de la risa. Parece una sopa, de lo encharcada que va. Lleva las flores en la mano como una novia. Tú has ido a casa para ver el partido con Squirtle. De niño siempre veías los partidos con él y es … Seguir leyendo

Una noche helada

Hacía tanto frío fuera que las farolas parecían bolas de nieve. Di Marco apuró el paso para no quedarse congelado. Si sacabas una mano del abrigo se convertía en garra. Y si los brazos no iban bien pegados al cuerpo pasaban a ser remos. Di Marco sólo quería llegar al bar. En el bar la temperatura era todo lo contrario. Ese calor que sólo se siente en el infierno. Bajabas las escaleras tras saludar al armario de la puerta y una bofetada de aire parecía llegar desde el desierto. Lo único frío en el interior del club eran los hielos para enfriar las bebidas y los corazones de las coristas. No hay mejor manera de terminar unas elecciones que apoyado en la muleta de la barra de un bar.… Seguir leyendo