La Voz de Galicia
Aprendiz de madre
El blog de la crianza y la conciliación
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Leo con sorpresa la ola de críticas que se ha desatado en las redes sociales tras el último parto real. El nacimiento de Charlotte Elizabeth Diana (no, no son trillizas, es que es de sangre real) ha dado pie a una lapidación innecesaria contra Kate Middletton (Catalina, para los españoles). Lo que me deja anonadada es el hecho de que se acepte con total naturalidad el pack cesárea innecesaria + mommy makeover de Shakira y otras muchas famosas, pero se critique sin ningún pudor que la princesa británica apareciera radiante ocho horas después de un parto normal. Vamos, que a poco estuvo Catalina de parir en el Palacio Real, pero seguro que a su suegra le apetecía poco que manchara con placenta las sábanas reales.

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Así que la duquesa se armó de valor y se fue al hospital para dar a luz acompañada de sus dos parteras. Sí, parteras. Esas mujeres experimentadas en ayudar a parir, a nacer. Muchos incluso han dudado de la fecha de nacimiento de la pequeña Carlotta porque no se pueden creer que la feliz madre estuviera como una rosa al salir del hospital. Pues bien, les voy a revelar el secreto mejor guardado de la maternidad: ¡Es posible parir sin intervención médica! ¡Os lo juro! ¡Se puede parir sin anestesia! Y no, no es un invento de locas histéricas del flower power y pro todo-lo-ecológico-del-mundo.

La medicalizacion rutinaria del parto debería ser la excepción y no la norma. De ahí que el parto normal (mal llamado natural) no incluya técnicas obsoletas que provocan daños innecesarios al bebé. Cuando se deja a la madre hacer su trabajo sin oxitocinas sintéticas ni presiones de ningún tipo, las cosas fluyen y salen bien, nunca mejor dicho. Y lo digo yo que pedí a grito pelado un chute de anestesia que me dejó viendo las estrellas. Lo digo yo que tuve un parto inducido, doloroso y largo, pero admito que di mi consentimiento a todo en cuanto me dijeron que mi hija estaba en peligro. De ahí que considere fundamental el apoyo médico aunque lo mejor para los partos sea la normalidad. Todas deberíamos tener la oportunidad de parir como esta princesa que se armó de ovarios y no dejó que la ciencia se interpusiese entre ella y su bebé.

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No se trata solo de disminuir el número de cesáreas innecesarias (contraindicadas por la propia OMS), sino también de fomentar un primer acercamiento respetuoso entre madre e hijo. Dejar que se conozcan, que se toquen, que se abracen, que se identifiquen. El bebé tiene que estar en brazos de su madre en esos primeros momentos de vida, pero después de los efectos de la epidural y las abruptas técnicas de asistencia que se utilizan en los paritorios, la madre queda tan agotada que apenas se da cuenta de que se llevan a la criatura durante horas.

En fin, que no debemos olvidar que el parto es nuestro y somos nosotras las que decidimos. En lugar de criticar deberíamos aplaudir a una mujer que, teniendo la oportunidad de parir sin el mínimo esfuerzo, decide hacerlo de la mejor forma posible. Y si gracias a esa decisión luce tipazo nada más salir del hospital, ¡pues mejor que mejor!